Nadie duda que las redes sociales han revolucionado el mundo y, por ende, las relaciones humanas. Además de un nuevo medio de comunicación, las redes han servido para hallar una nueva forma de relacionarse con los demás y ser un escaparate para que te conozcan e incluso en un estilo de vida. En esa conexión continua, entra el factor de las relaciones de pareja y el punto de partida de muchos conflictos y problemas que pueden perjudicar seriamente la dinámica de la pareja.

Un estudio publicado hace diez años, ya afirmaba que las redes sociales -fundamentalmente Facebook y Twitter- además del WhatsApp, eran las culpables de más de 80 millones de rupturas de parejas en todo el mundo. Con el paso del tiempo, ese dato alarmante de hace diez años hoy en día debe ser aterrador. Muchos psicólogos indican que los problemas de la pareja ya existían y que las redes son un puro intermediario o promotor de que la situación termine por explotar. Aún así, las redes sociales tienen la capacidad de ensalzar los aspectos negativos de una relación y, por tanto, son capaces de ser el foco del origen del problema.

Pero vayamos por partes. Los expertos indican que el Whatsapp, por ejemplo, es un arma de doble filo para los celosos. La aplicación permite saber en qué momento el otro está utilizando, cuándo se ha conectado o si ha leído o no el mensaje. En principio, lo que son una serie de posibilidades para los clientes pueden convertirse en una gama de argumentos para las personas celosas, controladoras o desconfiadas que pueden provocar en ellos pensamientos muy negativos. No necesitan del Whatsapp para ponerse celosas, pero sin duda la aplicación es un medio que potencia mucho su forma obsesiva de pensar y de generar problemas y malentendidos.

Por otro lado, Facebook, Twitter, Instagram son plataformas donde el usuario puede relacionarse con gente que no conoce en persona, hacer amigos o seguir sus vidas a través de comentarios o fotos. En ese contexto, las malinterpretaciones se pueden producir al leer un comentario de otra persona a tu pareja o ver una foto suya con amigos o en otra situación que pueda provocar ciertos pensamientos de desconfianza.

El problema de narrar todo por las redes

Hablando de relaciones y redes sociales se puede abordar otro interesante concepto como es la excesiva exposición de determinadas parejas. Son los llamados “Spammers”, que se caracterizan por mostrar continuamente su felicidad sin ningún tipo de pudor y que miden su relación en base a los “likes” que tienen sus fotos.

Los resultados del estudio realizado por las Universidades de Winsconsin, Haveford y Toronto definen a los Spammers como personas ansiosas, debido a que el comportamiento exhibicionista de su vida íntima viene a suplir su inseguridad. Igualmente, cuando estas personas se sentían más inseguras con respecto a los sentimientos de su pareja, tendían a hacer visibles sus relaciones en las redes.

El profesor de Psicología de la Universidad de Ohio, Brad Bushman va más allá y señala que las personas con una fuerte personalidad narcisista son malas compañeras de relación. Explica Bushman que su constante necesidad de sentirse queridas y admiradas hace que prioricen dedicar tiempo a mostrar su vida en redes, antes que ha vivir intensamente ese momento con su pareja. Esta forma de actuar incomodará siempre a su pareja y será el inicio del fin.

Por otro lado, varios estudios han llegado a la conclusión de que las parejas realmente felices no suelen mostrar los momentos de su relación en las redes porque los están disfrutando al máximo en su intimidad. Viven la experiencia con su pareja, sin necesitar el refuerzo que ofrecen los likes y los comentarios.

Pero no todo lo que han traído las redes sociales es negativo. También han servido para interconectar a millones de personas, de donde han surgido miles de parejas que siguen disfrutando de su relación. Incluso, muchos han potenciado la intimidad en la pareja al utilizar los mensajes de las aplicaciones para dejar volar la imaginación, las fantasías o la sensualidad en la relación.

Lo importante es recordar que las redes sociales son parte del mundo en que vivimos, que se pueden arrinconar, pero no se deben ignorar. La clave está en conocerlas, saber sus públicos, sus utilidades y hacer por las redes lo mismo que se suele hacer en la vida personal. Y, por supuesto, que los usuarios son los responsables del uso que se haga de ellas.